miércoles, 5 de octubre de 2011

PASEO ORNITOLOGICO POR GEMA

El tercero de nuestros Paseos Ornitológicos del proyecto TRINO, nos lleva a la pequeña localidad de Gema, pedanía de Yecla de Yeltes. Como en los anteriores paseos, el fresco de la mañana va dejando paso al sorpréndete calor de este largo verano.
Partiendo de la iglesia del pueblo seguimos un camino que nos lleva hasta las orillas resecas del río Huebra. El paisaje por el que cruzamos es una mezcla de dehesas de robles y encinas dedicadas al pastoreo de ganado vacuno.

Molino de la Tomasa al final del recorrido, en primavera
Desde nuestros primeros pasos comenzamos a observar aves como los estorninos negros y los colirrojos tizones en los huertos y solares abandonados de la localidad. En la espadaña de la iglesia y en algunas casas cercanas, se localizan los nidos de  varias parejas de cigüeña blanca que llenan con sus vuelos y  crotoreos los cielos durante la primavera. 

Observando aves a la salida de gema
 Dejando atrás los últimos corrales de piedra, tomamos un camino polvoriento enmarcado por densas orlas de zarzas donde localizamos a especies como el herrerillo común o a los abundantes pinzones vulgares picoteando en los pastos  agostados y en el propio camino que vamos siguiendo. Otras aves, como las tórtolas turcas y las palomas torcaces, nos sorprenden con su vuelo asustado a nuestro paso.
La sequía del verano, acentuada con las altas temperaturas y la ausencia total de lluvia de este mes de septiembre, convierten en un tesoro hasta el charco más pequeño. Después de recorrer muchas charcas y arroyos secos, encontramos un pequeño charco que atrae como un imán a todas las aves de la zona. 

Pequeño charco en un arroyo, con orla de zarzas
A tan solo unos metros de nuestro grupo van apareciendo multitud de aves. Entre los agresivos gorriones comunes que quieren controlar el acceso al agua, se van colando pájaros comunes, como los pinzones vulgares y los mosquiteros y otros, mucho más escasos y tímidos, como el escribano soteño. Colgados desde las ramas que protegen del sol el charco, se van descolgando herrerillos y currucas capirotadas. Pardillos comunes, jilgueros y desconfiadas cogujadas comunes surgen de entre la maraña para beber y volver a desaparecer. Aunque estamos seguros que quedaron muchas especies por beber, y observar, decidimos retomar la marcha en busca de otras aves más desconfiadas y que nunca, se acercarían al charco estando nosotros prácticamente pegados a su orilla.

Aqui estamos viendo diferentes especies de aves bajando a beber

Esto nos permitió descubrir un bando mixto de rabilargos y arrendajos, que revoloteaban nerviosos entre las copas de las encinas, quizá en busca de bellotas o simplemente buscando la protección de la altura al vernos descender hasta el río.

Continuando el camino nos sorprendimos con la capacidad críptica o de camuflaje de algunas aves, como las alondras o cogujadas
Cogujada camuflada, prácticamente invisible

Vista mas de cerca

Desde un punto alto que domina el cauce del Huebra, prospectamos con la ayuda de nuestros prismáticos una poza cortada del río donde buscan alimento varias lavanderas blancas y un solitario andarríos grande. En las piedras que sobresalen del agua verde, descubrimos los excrementos que han dejado las nutrias para reclamar la posesión del territorio frente a otros congéneres. Ante la posibilidad de localizar una nutria, el grupo entero busca, afanosamente, río arriba y río abajo a este hermoso animal. Por supuesto, no fuimos capaces de localizarlo y empezamos a fantasear con cómo sería poder descubrirlo pescando o descansando tranquilamente. Otra vez será.
Pasarela de piedra en el molino, sobre el "río" Huebra
Ya en las orillas del Huebra, paseamos en busca de alguna otra ave que por allí se pudiera observar. La presencia de otros paseantes debió de alejar a las garzas que habitualmente pueden verse es estos últimos charcos de agua. Sí, que tuvimos suerte, al localizar a un martín pescador posado en una roca a la orilla del río. Como es habitual en esta especie, la observación fue fugaz y algunos de los miembros del grupo no tuvieron la suerte de verlo.

Ranas comunes, de la poca fauna que aguanta en los escasos charcos
Siendo este el punto final del recorrido, decidimos desandar nuestros pasos y volver al punto de partida. Durante el regreso aparecieron los primeros buitres leonados del día, con un solitario buitre negro entre ellos, aprovechando las corrientes térmicas que el sol del mediodía comenzaba a levantar. Más adelante, surgió otra de las especies típicas de estos paisajes y que hasta ese momento, no habíamos tenido la oportunidad de ver: el milano real.

 
Milano real
Dos ejemplares volando a escasa altura nos permitieron observar con calma su típico vuelo de planeo y su inconfundible cola ahorquillada. Su fugaz paso nos permitió comentar su preocupante declive poblacional y las razones de su alarmante disminución: el uso de venenos para la caza, la electrocución en tendidos eléctricos y los disparos intencionados están llevando a la ruina a una especie que, hasta hace pocos años, era muy abundante en nuestros campos castellanos.

Retomando nuestro camino, volvimos a parar en el mismo charco que horas antes nos había permitido observar multitud de pequeños pajarillos, deseando descubrir nuevos tesoros alados.
En la parte final de nuestro paseo se dejaron ver menos aves debido, seguramente, al intenso calor del mediodía. En el último tramo de nuestro paseo aprovechamos a buscar alguna mora que no estuviera seca y a hacer planes para volver a vernos en futuras rutas.
Río Huebra, en un tramo ya totalmente seco. El Huebra es un cauce muy estacional y su fauna está adaptada a extensos periodos de sequía




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